lunes, 21 de diciembre de 2020

Te hice mi hogar

 

Hogar es este lugar al que quieres volver todos los días por sentirte seguro, donde eres feliz, sientes tranquilidad, eres tú misma con aciertos y defectos, te desmelenas, ríes a carcajadas, confiesas tus miedos y tus sueños más íntimos.

Te hice mi hogar, sin percibir. Sin pensarlo te puse en mi atardecer, lentamente. Día a día te fuiste convirtiendo en mi hogar, contigo los días eran más cálidos más vibrantes, renací contigo, me convertí en una persona más segura, era feliz, los cambios se notaban en mi ánimo y en como afrontaba la vida, hiciste creerás en mí, en mi potencial como persona y en la mujer que estaba dormida y olvidada, con los sueños justos.

Te hice hogar sin saber qué era así. Compartíamos un espacio solo nuestro, con nuestros colores, tan cálido y acogedor, mi hogar, el lugar donde quería estar por siempre jamás, a tu lado, en los atardeceres donde antes me encantaba estar en soledad, donde había planificado a largo plazo jamás poner a nadie allí.

Pero llegaste tú y te vi en mi atardecer, el sol nos acariciando y despendiendo el día, encontrarme en tus ojos, y perderme en tu sonrisa, abrazarte muy fuerte y que fuera así hasta el último día de mi vida.

Aún sigues en mi atardecer, aún sigo compartiéndolo contigo, mismo sabiendo que no estás, he dejado de querer echarte de allí, duele cada vez que intento que te vayas, aun te escribo cuando te echo de menos, la añoranza es fuerte o cuando Morfeo te abre la puerta a mis sueños y te invita a entrar, despierto con una sonrisa en los labios que se pierde, entonces escribo, alguna vez acabo enviando el mensaje, otras muchas se quedan en borradores.

Te imaginas inmune a las flechas de Cupido, no te volverás a enamorar, abrazas la soledad, que parece el mejor lugar para esconderte, hasta que encuentras tu hogar, la persona adonde volverías cada día, cada segundo de tu vida, el lugar donde eres tú misma sin disfraces, con tus debilidades y donde tus victorias tiene otro sabor, confías y eres cómplice, te enamora, las palabras que se completan en una sinfonía perfecta, eres mi hogar, el lugar donde quería estar ahora mismo, sentido tu corazón y tu calor, decirte que te quiero por siempre jamás, que eres tú y solo tú a quién quiero en mi atardece.


Isabel Silva





Este #relatosHogar participa en la convocatoria de diciembre de @Divagacionistas

lunes, 30 de marzo de 2020

La distancia del amor

Te echo de menos...

Llevo días pensando en hablarte, en escribirte para saber de ti y me limito a releer viejos mensajes y a mirar tus fotos para aliviar mi tristeza.


Voy resistiendo a mis ganas de decirte que ahora te necesito más que nunca, necesito un "Hola, que tal?" tan olvidado por ti, necesito decirte que te echo de menos, que pienso en nosotros todos los días y que ahora mismo quería estar contigo y que eres tú a quién quiero abrazar y besar cuando todo vuelva a la normalidad, estar y ser contigo y que fuera así por toda la vida.


Me limito a soñar despierta y amarte desde la distancia, intentando no abrir las heridas de mi corazón. Amar sabes, también es dejar el otro libre de tu amor, libre de mi por si un día descubres que tú también me quieres y que la vida es mejor conmigo a tu lado, mismo que no sea fácil, la vida se hace más dulce y leve conmigo y que yo también soy tu sueño (im)posible.


Por ahora me limito a echarte de menos, a extrañarte y escribirte cuando la añoranza es insoportable, como cuando encontré aquel libro y quería compartirlo contigo. Me limito y dejo los mensajes en borradores, he leído en algún lugar que para que las heridas se cicatricen del todo necesitas hablar desde tu corazón, mismo sabiendo que la otra persona no te puede leer, limitarme los mensajes, los "te quieros" atrapados en la garganta, las ganas de invitarte a acercarnos al mar lentamente, sentir las olas en nuestra piel y dejar que la brisa del mar sea testigo de nuestro amor, llevarte a mi atardecer perfecto, mirarnos a los ojos como la primera vez que nos vimos, besarte la sonrisa y que fuera así por siempre jamás.  


Estoy entre la aceptación y la tristeza, alterno entre las dos fases. As veces una lágrima resbala cuando un recuerdo tuyo me asalta en algún momento, cuando mis ganas de hablarte son más fuertes que me cordura, entonces miro la hoja en blanco, la lleno de letras y la envío directa a borradores, si me echarás de menos...  


Poco a poco voy volviendo a mi atardecer solitario, voy aprendiendo otra vez a aceptar la soledad que un día fue mi refugio.



Isabel Silva
Convocatoria Divagacionistas