domingo, 25 de noviembre de 2018

¿Y si volvemos a empezar?

Me haré muerta, está vez de verdad...
Fue lo último que te escribí. No sabes bien como me ha dolido escribirte estás palabras, como me dolieron leer las tuyas frías como el Atlántico.

Pienso en eso mirando por la ventana del tren camino a verte. ¿No puedo hacer como todo el mundo y dormir? Sigo pensando en el momento en que nuestros ojos se encuentren. Los míos llenos de tristeza y decepción, los tuyos llenos de rabia. ¿Qué te llevo a odiarme así? ¿Qué te hice?

Las horas pasan...
Entran las dudas, y la certeza de que la decisión  fue la equivocada. No debería estar camino a esa conferencia, no estoy preparada para volver a verlo, no creo que pueda hacerlo. Tengo miedo a mi reacción. Mirarle y que las lágrimas desborden el dolor de mi corazón y salir corriendo. Lejos, muy lejos.

Los recuerdos me asaltan. Dulces momentos por ti olvidados. Nuestras risas compartidas, perder la noción del tiempo hablando, viviendo sueños en un mundo lejano, solo nuestro, donde éramos una sola persona. Nos asustamos. Estoy segura de ello. Nos completábamos las frases, nos adelantábamos a nuestros pensamientos, coincidíamos en casi todo. ¿Como no tener miedo?

Una lágrima baila tan airosa. La aparto con rabia. Sigue otra, otra y otras tantas más. Había sido fácil si el amor hubiera desvanecido, si el amor hubiera muerto de tristeza, si mi corazón hubiera entendido que "para siempre" sólo está presente en los cuentos infantiles. 
No importa cuánto le ame, que le eche de menos todos los días, hasta el último día de mi vida. Tengo que seguir adelante. 

El tren llega a la estación. 
El viento frío revuelve mi pelo dándome la bienvenida. 
Un escalofrío recorre mi cuerpo en una mezcla de emociones contradictorias. 
Respiro profundamente. 
¿Y si volvemos a empezar? 


Isabel Silva


Este #relatosReencuentro participa en la iniciativa convocado por @divagacionistas










jueves, 4 de octubre de 2018

Dime corazón...



Dime corazón...
¿Cuándo dejarás de sentir?
¿Cuándo volverás a la normalidad?
¿Cuándo le dejarás de querer?

Te repito una y mil veces que él no te quiere,
No vuelvas a tomar las cosas a la ligera,
Te prohibido volver a querer.
Hagamos un esfuerzo en olvidar, 
en borrar sus huellas en nuestra piel.
Desdibuja su sonrisa 
y su miranda profunda.


Dime corazón...
¿Cuándo dejarás de sufrir?
¿Cuándo le dejarás de querer?

Por supuesto que sé, 
que te he vuelto a preguntar.
No me respondas con evasivas.
Que no piensas hacerlo. 
El olvido no entra en tus planes,
Es mejor que me acostumbre, 
tú siempre le vas a querer.

Dime corazón...
¿Cuándo lo harás?
¿Cuándo le dejarás de amar?
¿Cuándo me dejarás olvidar?

Necesito, corazón,
necesito dejar de amarlo.

Dime entonces corazón...
¿Cuándo piensas borrar su nombre?
Escribirlo con letras ininteligibles,
sin colores, rasgúñalo ahora.
Olvida sus ojos dulces de castañas en otoño.

Dime corazón, dime...
¿Cuándo me devolverás el control? 



Isabel Silva





lunes, 6 de agosto de 2018

Tú nombre a la mar...






Escribo tu nombre en un trozo de papel azul.
Azul del mar inmenso en un día precioso de verano.

Escribo con mi mejor letra.
Colmada de amor. 
Con la soledad ambiciosa que busco sentir.

Escribo tu nombre en una hoja perfumada de tristeza.

Escribo por última vez, con todo el amor que emerge en mis ojos.

Escribo tu nombre con mi mejor caligrafía, en letras azules, impregnadas con tus últimas palabras: "No sé si hablaremos cuando acabe el verano."


Por última vez, rebosante de un dolor conocido, escribo tu nombre, con letras azules.

Azules como el mar de verano.

En la orilla, con el trozo de papel en la mano,

Tú nombre a la mar...





Isabel Silva

lunes, 18 de junio de 2018

Un día quizás...

Tuvimos nuestra "despedida perfecta" el verano pasado...
La dosis perfecta de " perdónames mutuos", "Yo no fue", "Eres tú la que..", " No, tú dijiste que", " La culpa es toda mía, eres adorable, y siempre te voy a querer niño."
El problema es que yo aún no estaba preparada para decirte adiós... La realidad esa dolía, no soportaba volver a la otra vida. Tú no estarías, no te podría hablar, no sentiría más tu risa desde el otro lado de la pantalla. La sensación de pérdida era angustiante. 
Volvimos a hablar y una vez más a despedirnos. Intenté, de verdad que lo intenté, pero los recuerdos, la nostalgia, mi corazón enamorado me hicieron volver a buscarte. Esta vez la despedida no fue tan amistosa. Frialdad, nada de empatía, dolor, una montaña rusa de emociones confusas, un corazón roto, la esperanza perdida. ¿Ni amigos podemos ser?
Te añoraba, sentí tanto desconsuelo, indignación ¿Donde quedaron aquellos momentos nuestros? Me refugie en los libros y los personajes se llaman como tú, necesite ayuda en un curso online y el encargado del curso tenía tu nombre, aquel fotógrafo, el tipo esperando en la charcutería, me sobresalté tanto que él miró para mí con curiosidad. Tu nombre no dejaba que te olvidará.
Otra recaída mía. "Te echo de menos, muchísimo." Dijiste algo de segundas oportunidades, de ser capaces de aceptar las decisiones del otro, ser capaces de desearnos lo mejor en el caso de ruptura. Tantas señales claras. Tantas evidencias. En lo único que me fijé fue en "segundas oportunidades", lo demás lo pasé por alto. Adelantabas acontecimientos, una despedida anticipada, un adiós decidido, enmascarado de esperanza.
Creía en las segundas oportunidades, no en la que me dabas tú a mí, pero en la que estaba dispuesta a darnos, acercarnos como antes, ser algo sin ser más siendo, estar distante y al mismo tiempo tan cercanos, en nuestra habitación, pintada con nuestros colores. Solo nuestra.
Entonces... Calibraste bien las palabras. La dosis exacta de frialdad.  Directo, dicho con tanta suavidad. Herida mortal.
Las mariposas abrirán paso a dentelladas al corazón, guardando nuestros recuerdos, la intensidad de tu mirada oscura, tu encantadora sonrisa que me desconcierta, y que me quedo grabada de aquel único momento de realidad.
Te pusieron en rincón protegido donde ellas no te pudiera buscar.
Cerraron todas las salidas.
Un día quizás... Por ahora es un adiós, sin adiós.


Este relato participa en #relatosDespedidas convocado por @divagacionistas

Isabel Silva


viernes, 30 de marzo de 2018

Almendras amargas y literatura.

"Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados." Así empieza El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. 

¿Que hace de las almendras amargas personaje del libro?

Las almendras amargas son tóxicas contiene un compuesto químico llamado amigdalina: C20H27NO11 cuando la mezclamos con nuestra saliva se descompone en tres sustancias: la glucosa (C6H12O6), el benzaldehído (C7H6O) y del ácido cianhídrico (HCN) que produce el cianuro, un famoso veneno y es por esa razón que son citadas en el libro de García Márquez.

La amigdalina está presente en los almendros como una defensa de la planta, que sirven para que los depredadores no ingieran las semillas y pongan en peligro la supervivencia de la especie, ya que las almendras dulces no dispone de dicho dispositivo de defensa y ese se encuentra en los almendros silvestres. Las almendras dulces verdes, también contiene una pequeña cantidad de amigdalina.

En dosis bajas la ingesta de las almendras amargas producen náuseas, trastornos respiratorios y hipotermia. Con una dosis alta (20 almendras amargas) en un adulto produce asfixia y es letal. Pero no debemos nos asustar ni dejar de consumir almendras, las que encontramos en el mercado son las almendras dulces, ricas y deliciosas. Puede que alguna almendra amarga se "cuele" en algún paquete pero por lo general el sabor amargo y desagradable del benzaldehído nos hacen rechazarlas y decir: ¡puaaaj! y las desechamos de inmediato.

"Aunque el aire de la ventana había purificado el ámbito, aún quedaba para quien supiera identificarlo el rescoldo tibio de los amores sin ventura de las almendras amargas." García Márquez


En cuanto escribo voy mordisqueando una almendrita por aquí, otra por allá con Gabriel de compañía..


Isabel Silva




Esta entrada participa en la LXVII edición del Carnaval de Química. Holmio. Alojada en el blog descubrirlaquimica2@descubrequimica:



 

jueves, 8 de marzo de 2018

No, no sirvo.


- El scanner no funciona, no consigo ver el precio del queso.
- No sirves ni para cajera. 

La próxima vez que te quemes y necesites una enfermera 24hs, que despierte para medicarte, que te cambie las curas y que este pendiente de ti, recuerda: no sirvo para enfermera.

Cuando empiece la campaña de Hacienda, y te toque hacerla, y me digas: nos toca hacer la Declaración, aquí están los papeles, ponte con el programa, haz los cálculos, pide cita y dime el día, que sea por la mañana, temprano. Recuerda: no sirvo para contable, ni administrativa, ni secretaria.

Cuando tengas unos de tus bajones, y empieces a odiar el mundo, y me vengas a decir lo mucho que haces, y nada sale como esperas, que sí la vida, que sí el trabajo, que sí yo... recuerda: no soy psicóloga, para eso de verdad que no sirvo. Y me lo dijiste: no sirves para psicóloga, recuerda.   

En tus ataques de alergia, cuando hay que ventilar, limpiar, casi volver la casa estéril, estornudando sin parar, recuerda: no sirvo para señora de la limpieza.

Se pregunto se has comido bien, se has dormido, como llevas el día, que te cuides, no duermas tarde, atiende a lo que estás haciendo, que tenga en cuenta tus prioridades. Y me digas: "No me digas lo que tengo o no que hacer, no eres mi madre." Recuerda. No, no soy tú madre, soy la madre de tu hija, y para eso, para ti, tampoco sirvo.

Cuando invites a alguien a comer en casa, y me lleve horas en planificar el menú, otras tantas cocinando y te sientes a oír los elogios a mí comida, y sonrías satisfecho, recuerda que me dijiste que para eso tampoco sirvo, mejor me dedique a otra cosa. 

En las conversaciones sobre vinos, que estés presumiendo de tus conocimientos sobre uvas, envejecimiento y tipo de crianza, y me mires tan contento, recuerda que cuando vamos a comprar un vino, y atienda a mis explicaciones para después presumir, tú me preguntas: "¿Desde cuándo entiendes tú de vinos? Tampoco sirvo para summelier, ni enóloga, ni analista físicoquímica. No sirvo. No, para nada.

¡¡Con la tecnología entonces!! ¡¡Puffff!!! "La impresora no funciona." "Busca un móvil para mí con esas características." "¿Qué le pasa al ordenador que no va?" "No cómo funciona la lavadora nueva." "Mira mi pendrive no funciona." No, no sirvo. No me preguntes.

"¿Me acompañas a comprar ropa?" "¿Que me pongo para ir a la cena de la empresa?" "¿Este pantalón me queda bien?" No soy personal shopper. No sirvo.


En lo viajes, cuando haga las rutas, pase horas buscando los recorridos más cortos, pesquisando en Maps, y tomando apuntes, indicando el camino como la buena copiloto que soy, recuerda: no me tomes por idiota cuando legue al destino y te diga que cojas la rotonda por fuera y pases de largo, en la dirección equivocada. "Ni para decidir una dirección sirves." La próxima vez, recuerda.

En el tráfico cuando me mandes mirar si viene coches nosededonde, te corrijas las señalizaciones, te encuentre un sitio para aparcar y que reduzcas la velocidad en los pasos de peatones, recuerda: que no te diga lo que tienes que hacer, que no sé conducir, no tengo carnet, no tengo porque saber ni entender de leyes de tráfico, no sirvo. 

"Mira mí contrato nuevo, ¿lo firmo o no?" "Le mi finiquito ¿a ver qué te parece?" "Busca en mi convenio, ve se ha cambiado algo." "¿Puedes llamar y arreglar ese problema para mí o ir allí directamente?" "¿Te crees abogada?"

No, no sirvo para nada. 

Isabel Silva







miércoles, 21 de febrero de 2018

La próxima vez..

Cuando te acerques a alguien, ten cuidado. Tú no sabes su historia, ni lo que ha vivido/sufrido, tampoco la importancia que te dará a ti, o si dejarás huella en su vida.
Puede que para ti sea solo un descubrimiento nuevo, una experiencia para vivir y olvidar. Puede que cuando decidas valorar todos los momentos y las palabras dichas te des cuenta que no es lo que quieres, y le romperás el corazón.
No sabes si esa persona creerá en ti totalmente, confiará y bajará la guardia, y hará cosas que jamás había imaginado posibles hacerlas, decidirá no pensar si es correcto o no, disfrutar y vivir una experiencia nueva e impensable. 
Te sentirás evaluado, estudiado, agobiado. No sabrás administrar los sentimientos ajenos, que fuiste despertando día-a-día. Los tuyos, puede que sí estén controlados, saldrás ileso, sin rascuño. Preferirás creer que dichos sentimientos son falsos, nadie puede enamorarse así, sin conocerse, sin verse, amándose en la distancia, sin saber quien es de verdad la otra persona. Te mantendrás alejado o te irás yendo alejando, sin saber bien si vas a poder, si vas a llegar a extrañar, a echarla de menos, vas a decir lo mejor para ti. Serás injusto, extremadamente injusto.
Partirás su corazón, harás que jamás vuelva a confiar en la gentileza, las excusas que darás serán vacías, solo palabras, dichas para paliar. No las digas. No sirven. Harás más daño.
Ten cuidado. Jamás sabrás lo que vas a ser para la otra persona. Quién sabe una bocanada de aire fresco, un escape a su rutina, algo de ayuda en un momento difícil, un sortilegio de la vida que la transforma, la alegra. Puede que seas luz en un día gris, algo de frescor en un día de calor. 
Sabes, seguramente no te este buscando, ni imagina que le hace falta hablar con alguien, y lo peor y más terrible de todo es que le gustará, esperará ese momento del día con ansiedad, con una sensación desconocida, le dará miedo, intentará aclarar las ideas en su cabeza, no entenderá nada, ni las emociones, ni las sensaciones, ni que fuera posible cometer una insensatez, cree tenerlo todo controlado.
No sabrás el tamaño del vacío que dejarás cuando decidas marchar de su vida, cuando tu tiempo sea escaso (supuestamente), cuando ya no te emocione y no te cause satisfacción, cuando te des cuenta que fue apenas una sensación efímera, fugaz. Ya no te dice nada, no te produce nada más, para ti fue una experiencia, un descubrir nuevo, una lluvia de verano, que no te afecto en lo más mínimo, solo fue la ansiedad del momento, que disfrutaste hasta que se torno rutina, perdiste el interés inicial, dejo de ser novedad, como un crío que se cansa del juguete nuevo. Ten cuidado..
 Personas diferentes, con sentimientos diferentes. En una quedará el dolor, la decepción, la nostalgia, las ganas de seguir caminado juntos mismo que sea imposible, la añoranza de las tardes de risa, te echará de menos y tú ni siquiera la recordarás, será un libro olvidado, inacabado, al que perdiste el hilo de la historia, lo dejarás atrás, en un rincón.
Ten cuidado, jamás sabrás quién se enamorará de tu sonrisa o peor de una palabra amiga..


Isabel Silva


martes, 13 de febrero de 2018

Si me quieres, no me dejes para después..


Si me quieres no me dejes para después..
Después que el día nuble, 
después que no este,
después de que me canse la sonrisa y la voluntad de ser..

Si me quieres, quiéreme ahora,
sin prisa, sin demora,
como el cantar suave del viento y
la fría luz del último día de primavera..

Si me quieres, dímelo ahora,
que mi corazón llora tu ausencia,
sueña con días perfectos, los dos enamorados,
enlazados en nubes, con colores de amor..

Si me quieres, ámame hoy.
Hoy que te añoro, que sigo buscando
la esperanza en tu sonrisa, en una palabra perdida..

Si me quieres, dímelo con clareza.
No soporto la tristeza,
agazapada y tranquila, adueñando mis entrañas,
paseando a sus anchas, necesitada de una morada..

Si me quieres, quiere con dulzura,
mírándome a los ojos, despeja las dudas
que atormentan mi vivir..

Si me quieres ven ser el aire 
que en un día caluroso revuelve mi pelo, 
refresca mi desasosiego y me roba una sonrisa..

Si me quieres, ven ser esa canción 
que endulza mi corazón,
en las horas de tormenta..

Si me quieres, quiéreme como una hoja en blanco.
Esperando los trazos, letras, dibujos que la van llenar,
Si me quieres..

Si me quieres, ven ser como las gotas cristalinas de lluvia,
que golpean insistentes el cristal sin importarle su espesor,
sin incomodarle la caída o lo que encontrará al final del camino..

Si me quieres, quiéreme ahora no me dejes para después..

Después que el día frío atormente los sueños,
congelando los sentidos, cortando con su hilo esa última esperanza..

Si me quieres,
quiéreme ahora,
no me dejes para después..


Isabel Silva



miércoles, 24 de enero de 2018

Mi pequeño guerrero

- ¿Aún está con fiebre?
-Sí. En urgencias siguen diciendo que es catarro.
-¿Un catarro de tres meses? Imposible.

El niño llevaba tres meses con un catarro, idas a las prisas a urgencias, sin aire, pálido y sin ganas de comer. La bolita mofletuda estaba apático, antes imparable, todo un bailarín, estaba malito, era más que evidente, las ojeras y el cansancio, demasiada tranquilidad donde antes había una revolución de gritos, correrías, saltos y subidas bruscas al sofá que te quitaba la respiración.

- Hola, le hicieron una radiografía y aparece una mancha negra. No saben lo que es, está ingresado, mañana le hará un TAC para saber lo que es.
- Ya verás que no es nada. Una neumonía que no cuidaron a tiempo, tranquila. (Trague saliva, pidiendo que fuera solo eso).

Tenía 18 meses cuando le descubrieron un bulto entre la aorta y el pulmón. El catarro era una masa que debía ser extirpada lo antes posible y esperar que fuera benigno. Le operaron unos días después, le quitaron todo el cáncer, le quedaría una cicatriz en todo el costado, de punta a punta, marcas de la guerra que enfrento y ganó. No le hizo falta quimio, solo las revisiones que él supera con paciencia, acostumbrado a los pinchazos de las analíticas interminables, de los días en el hospital, de pruebas y más pruebas.

- ¿Títiaaa, bailamos? 
- Ven aquí, dame un abrazo y bailamos juntitos.
- Nooo, de la mano.
- Sin saltar, bailando despacito ¿vale? Si no te haces daño en la pupa y te duele.
- No duele titia.

Nos damos las manos y nos ponemos a bailar con el sonido del trenecito de juguete del hospital, una y otra vez, sus padres pidiendo para pararnos de tanto bailoteo, nosotros dos entre risas, yo con cuidado de que no se hiciera daño y él sin preocupación alguna. Bailaba torcido, dolorido por los puntos, le daban tirones, se reía y volvía a ser el mismo pequeñajo de antes, lleno de vida y alegría.
Le quedan años de revisión, analíticas periódicas que mantiene los médicos alertas, radiografías anuales y control sistemático de su salud, todo lo necesario para mantener la enfermedad a raya.
Mi pequeño guerrero lo supero. Hoy es un chico mayor de seis años, va a primero de primaria, le gustan los videojuegos y las sudaderas de capucha, sabe que el chocolate le hace daño, le duele la tripa, le encanta la fruta y los macarrones con atún y por supuesto, bailar.


Isabel Silva