domingo, 18 de junio de 2017

Caminar sola

Caminaba tranquila en mi isla, una tarde apacible de otoño, el aire frío jugueteando con mi pelo, el olor a salitre y las gotas de mar saltando en mi cara, pisaba la arena y sentía esa sensación tranquilizadora que me provoca el mar. Estaba así, caminado y pensando cuando apareció él, un naufrago sonriente caminando en mi dirección. Una sonrisa preciosa, extremadamente encantadora, extremadamente pícara. ¿Que hace en mi isla?
Espero a que se acerque para indicarle el camino de vuelta a la mar, que retome el rumbo perdido y se vaya de mi isla lo antes posible. Nos saludamos y pregunta se podemos caminar un rato juntos. Le miro desconfiada, aturdida. ¿Caminar? ¿Para que? pienso. Y así pasamos la tarde hablando de todo y de nada, entre risas y palabras. Entonces me mira y me dice que tiene que marchar, en otro momento vuelve a visitarme, sonrió aún desconfiada...
Los días siguen y as veces por la mañana, otras por la tarde, raras veces por la noche me tira botellas con mensajes, cuando coincidimos volvemos a caminar y sonreír, nos vamos conociendo, hablando de sueños, la vida y de sus contratiempos. Le hablo de mis miedos (aquí me conforta) y poco a poco le voy dejando adentrarse en mi isla, cada día le llevo un poco más distante, prendada de sus palabras, la facilidad con que me envuelve con ellas, le cuento lo que me llevo a esconderme allí, a refugiarme entre arena y mar. Confía en mi me dice y mismo con recelo lo hago, seamos cómplices. Seguimos caminando por la orilla del mar, besándonos al atardecer, mirándonos a los ojos a cada mediodía, susurrando secretos, ligeros de penas, solos tú y yo en un mundo complicado. No quiero más caminar sola, quiero compartir todos los días en mi isla contigo, le digo un día. Se queda sin palabras y me dice que tiene que marchar, es tarde, pero que volverá.
Ahora estoy caminando por la orilla angustiada, miro el lejano horizonte, me deslumbra el sol, esperando, contando los minutos, oigo el viento cantando, acariciando mi pelo y con ternura me dice que me tranquilice, que él volverá, sonrió tristemente convencida de que no será así. ¿Como pude ser tan crédula? ¿Por qué no le devolví a la alta mar? El tiempo pasa, las horas duelen, escasean los mensajes, en los pocos paseos se muestran distante y frío, intento acercarme en vano y se va...
No quiero estar en mi isla sola, le quería gritar. No quiero volver a caminar en silencio sin nuestras risas, sin tus palabras, sin tus manos en mi pelo, sin tus ojos mirando a los míos, no quiero estar en mi isla sola, quiero caminar a tu lado, te quiero..aquí conmigo, como antes, cuando éramos tú y yo, pero lo tuyo fueron palabras tiradas al viento...


Isabel Silva

No hay comentarios:

Publicar un comentario