jueves, 6 de febrero de 2025

Cautiva de una sonrisa y de unos ojos que no me ven




Me cautivaron unos ojos en una foto sin verlos en persona, unos ojos soñadores y serios, dulces y misteriosos, intensos como el café. Tenían una sonrisa discreta, sentí que podía confiar, que aquellos ojos que me atraían como polilla a la luz serían capaces de verme como yo quería que me viera, tal cual soy. 

Unos ojos sonrientes y una sonrisa de encanto que te miran desde una pantalla, que te hablan tan lejos y tan cerca que piensas que ha alcanzado a verte, que mismo sin mirarte a los ojos sabe quién eres, que confía en ti como tú en él, estar cautiva de unos ojos que escuchaban al leerte, que te transmiten tranquilidad y paz, quería estar en cautividad eterna.

Entonces, llega un día en que pones voz y sonido a los ojos, que disfrutas de su sonrisa de cerca, el olor suave de unas notas que conoces pero no te acuerdas, sientes que no quieres apartar tu mirada de aquellos ojos, que allí quieres estar hasta el infinito de los días, sigues en la vana creencia que te ven, que sabe quién eres y conoce toda la tempestad que ha desencadenado en ti. 

Llega un día en que besas estos ojos cautivadores, te encuentras y te pierdes en ellos en un suspiro, le susurras palabras de amor, te miran con una suavidad intensa, te incendian y te extasian la intensidad de su café. 

Y crees que te ven. Y sabe quién eres. Y que te escuchan. Y que te entienden.

Y no te reconoces. Y no te ves reflejada. Y no te ha oído. Y no te conoce. 

Algunas veces pensaste que sí, que estos ojos intensos que ahora huían te conocía, pero diseñaste una quimera y la creíste, te dejaste cautivar por una sonrisa y unos ojos que no te ven.

Así mismo sigue en mi estos ojos soñadores y serios, dulces y misteriosos, intensos como el café y quería que me dijera que no era una quimera, me ve tal cual soy, y que me quieres otra vez en la intensidad de tu café. 


Isabel Silva 


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